El cáncer de mama es una de las formas de cáncer más frecuente en nuestro medio y que afecta a una de cada diez mujeres a lo largo de su vida. Debido a esto, se han enfocado muchos recursos e investigaciones en su tratamiento y prevención. Gracias a estos avances y a las campañas de detección precoz, en las últimas décadas se ha logrado una mejoría sustancial en la supervivencia y curación de esta enfermedad. Sin embargo, esta mejoría pasa muchas veces por la extirpación de la mama o de parte de ella. Debido a esto, en muchas pacientes la preocupación pasa a centrarse en las secuelas de la enfermedad: la mastectomía. Es por esta razón que hoy en día se considera que la reconstrucción mamaria es un paso más en la completa curación del cáncer de mama.
Hoy en día sólo a una de cada 3 mujeres sometidas a una mastectomía se les reconstruye la mama. Con la reconstrucción de la mama extirpada no solo buscamos restaurar el órgano extirpado con unas características lo más óptimas posibles, si no que se busca restaurar la integridad de la paciente desde un punto de vista físico y psicológico: buscamos una resolución integral de la enfermedad.
¿Qué opciones existen para reconstruir una mama?
Reconstrucción mediante expansor y prótesis:
Esta es una de las técnicas más utilizadas en reconstrucción mamaria y pasa por la realización de dos intervenciones quirúrgicas. En una primera, se coloca un expansor cutáneo a la paciente. Un expansor es una prótesis vacía que se va llenando progresivamente, lo que nos permite expandir la piel. Durante las semanas posteriores a la intervención y en consulta, el expansor se va llenando progresivamente, hasta que alcancemos un volumen adecuado. Una vez alcanzado este volumen, en una segunda intervención se sustituye el expansor por una prótesis definitiva.
Esta técnica se usa ampliamente y suele ser adecuada para muchas pacientes. Su principal contraindicación son aquellas pacientes que han recibido radioterapia.
Reconstrucción mediante tejido de la paciente:
La reconstrucción mediante tejido de la propia paciente consiste en movilizar piel y tejido de otras regiones para crear una mama nueva. Esto nos permite tratar aquellas pacientes que han recibido radioterapia y en algunos casos evita usar prótesis.
La técnica de reconstrucción autóloga más ampliamente usada es el colgajo de dorsal ancho. Consiste en movilizar el músculo dorsal ancho junto con una porción de piel de la espalda y trasponerlo a la mama a reconstruir. En caso de ser necesario, esta técnica permite alojar una prótesis debajo de la pala cutánea, para aportar volumen a la mama.
Otra técnica ampliamente usada es la reconstrucción mediante colgajo de recto del abdomen (TRAM). Mediante dicha técnica podemos trasponer tejido abdominal a la mama, evitando en muchos casos el uso de prótesis.
Reconstrucción con grasa autóloga:
Existe un grupo de pacientes que habitualmente no se someten a cirugía reconstructiva: las pacientes a las que se ha extirpado solo una porción de la mama. Una de las técnicas más recientemente desarrolladas para estas pacientes es el uso de grasa de la propia paciente. Dicha grasa se extrae mediante una técnica similar a la liposucción y se infiltra en aquellas zonas a reconstruir. Esta técnica es un proceso simple y seguro, y muchas veces se puede llevar a cabo sin necesidad de una anestesia general.
Simetrización de la mama contralateral:
Un paso más hacia la obtención de un resultado óptimo en reconstrucción mamaria es el tratamiento de la mama contralateral. Se da la circunstancia de que en muchas ocasiones la mama reconstruida acaba teniendo unas dimensiones y proporciones más estéticas que la mama sana, por lo que durante la misma reconstrucción mamaria la paciente puede someterse a una cirugía de reducción o aumento mamario contralateral para obtener un resultado simétrico óptimo.
Aquí podéis ver mi intervención en el programa A Vivir de RadioHuesca donde hablo del cáncer de mama y de cómo afecta la vida de las mujeres: