El Botox o Toxina botulínica: Una forma eficaz y segura de tratar las arrugas de expresión
El uso de toxina botulínica es una herramienta esencial en el tratamiento médico del envejecimiento facial. Tradicionalmente se le conoce como Botox, aunque esta no es más que la primera marca comercial que se puso en el mercado. Se trata de una proteína que bloquea la unión neuromuscular, impidiendo la contracción de aquellos músculos en los que se infiltra. Esto tiene especial interés, puesto que nos permite relajar aquellos músculos que producen las arrugas de expresión, dando lugar a un rejuvenecimiento fisiológico del rostro. Además, tiene muchas otras aplicaciones clínicas, como es el caso de la hiperhidrosis (exceso de sudoración en axilas o palmas de manos).
Tratamiento de las arrugas de expresión
El Botox nos permite tratar de forma eficaz las arrugas de expresión, especialmente en personas jóvenes (menores de 50 años), puesto que las arrugas no son todavía muy marcadas. Es especialmente efectiva en el tratamiento de las arrugas que se forman en la zona glabelar (entre las cejas), en las arrugas frontales y en el tratamiento de las patas de gallo. Si bien se trata de zonas muy concretas y de músculos muy específicos, el tratamiento debe ser siempre individualizados, dado que los movimientos de los músculos faciales en cada persona son diferentes.
¿Cómo funciona?
A la hora de realizar el tratamiento, su médico valora que músculos tienen una mayor contractilidad y tienen un efecto más acusado sobre las arrugas de expresión, centrando el tratamiento sobre dichos músculos. Para ello se infiltra toxina botulínica mediante agujas muy finas en varios puntos. Los resultados pueden tardar en aparecer dos semanas, por lo que es habitual volver a citar al paciente pasado este periodo para repetir el tratamiento en caso de que se desee aumentar el efecto.
Con este tratamiento se obtiene un resultado muy natural, puesto que actuamos directamente sobre la causa de las arrugas de expresión. El resultado dura unos 6 meses, aunque con las sucesivas aplicaciones tiende a durar más tiempo.
Pese a que la infiltración de toxina botulínica es un procedimiento muy seguro, es imprescindible tener un amplio conocimiento de la anatomía facial, así como saber las zonas exactas donde debe ser infiltrada. Por ello, estos procedimientos siempre deben ser llevados a cabo por un médico con experiencia en su uso.
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